Me parece que ella no
entiende qué pasa,
no entiende por qué me
cuesta tanto,
me parece que no nos
amábamos igual,
que amábamos a niveles
completamente distintos,
y ahí reside la facilidad
de olvido de cada una,
la razón por la que aún la echo de menos.
Ella se rindió y se marchó,
se buscó a otro y se olvidó
de mi en poco tiempo.
Encontró a otro que le
diese besos y que la cogiese de la mano,
encontró a otro que la
abrazase y le dijese que todo estaba bien,
encontró a otro que la
abrazase por las noches con su pelo en la boca,
encontró a otro que la
hiciese feliz y la hiciese sonreír,
encontró a otro a quién
dejarle su olor en la cama,
encontró a otro que la
tratase como una princesa.
En definitiva, encontró a
otro a quién amar y que la amase
como lo hacíamos nosotras,
alguien en quien pensar y
sonreír como una idiota.
Por el contrario, yo la
amaba de forma diferente.
Yo no solo me enamoré de
ella,
me enamoré de la textura y
el sabor de sus besos,
y aunque bese otros, no
serán lo mismo.
Me enamoré de la forma que
su mano agarraba con fuerza la mía,
y aunque coja otras, no será
lo mismo.
Me enamoré de sus abrazos,
y de como su olor jugaba conmigo,
y aunque abrace a otras, el
colocón no será el mismo.
Me enamoré de la postura en
la que dormíamos,
y aunque duerma con otras,
no serán tus dimensiones exactas.
Me enamoré de el sabor de
su pelo por las noches,
y aunque otro pelo se me
meta en la boca, sigue sin ser lo mismo.
Me enamoré de su sonrisa,
el brillo de sus ojos y sus carcajadas,
y aunque provoque todo eso
en otra, no será lo mismo.
Me enamoré del olor que
dejaba en mi cama cuando dormía allí,
y aunque otras chicas lo
hagan, seguirá sin ser lo mismo.
Me enamoré de lo requisitos
para tratarla como una princesa,
y aunque trataré así a
otras, mi libro de historia seguirá teniendo elogios para ella.
En definitiva, es probable
que encuentre a otra a quien amar,
pero no como lo hacíamos
nosotras,
porque era única, y yo me
enamoré de lo único, de lo irrepetible.
Yo no solo me enamoré de la
estrella, no, no, impensable,
yo me enamoré de la
estrella y de la cola de brillo que dejaba.
Me dicen que cambie de
droga, pero no entienden una cosa muy simple:
uno no se enamora del
alcohol, la marihuana, o el café,
uno se enamora del efecto
que deja en su cuerpo.