viernes, 5 de diciembre de 2014

"V" de Sonidos de Maquinaria Rota

A ratos pienso que la he olvidado,
mejor dicho, intento hacerme creer que lo he hecho,
pero el reguero de sangre de las heridas
bien sabe que es más bien lo contrario.

Los sueños que deposité entre las plumas de mi almohada
se encargan de filtrarse por el tejido de la funda
y me despierto en un charco de sangre,
que mi corazón es casi incapaz de bombear,
porque los muy ruines
se dedican a quitar las costras que intenta poner mi mente.

Y entonces, mi cama, me cuenta historias de como, una vez,
hubo alguien ahí a la que me tenía que aferrar
para no caerme de ella,
mientras escuchaba un latido y una respiración ajena
y un dulce aroma familiar llenaba el cuarto,
aroma al que cogí una severa adicción.

Con todo eso paso incontables horas de la noche
apretando mis rodillas contra mi pecho
intentando llenar una cavidad que llega hasta los dedos
donde antes, hace algún tiempo,
yacía otro ser, o más bien la mitad de mi ser,
y encajaba perfectamente entre mis brazos.

Al final, tras horas de dar vueltas en la cama,
consigo dormir, malamente, unas pocas horas que quedan,
no sin antes haber escuchado a las paredes
contarme historias de la chica que hubo una vez,
y me preguntan cuándo iban a volver a verla,
a lo que contesto, entre lágrimas, que nunca más.

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