domingo, 21 de diciembre de 2014

Ella no entiende

Me parece que ella no entiende qué pasa,
no entiende por qué me cuesta tanto,
me parece que no nos amábamos igual,
que amábamos a niveles completamente distintos,
y ahí reside la facilidad de olvido de cada una,
la razón por la que aún la echo de menos.

Ella se rindió y se marchó,
se buscó a otro y se olvidó de mi en poco tiempo.
Encontró a otro que le diese besos y que la cogiese de la mano,
encontró a otro que la abrazase y le dijese que todo estaba bien,
encontró a otro que la abrazase por las noches con su pelo en la boca,
encontró a otro que la hiciese feliz y la hiciese sonreír,
encontró a otro a quién dejarle su olor en la cama,
encontró a otro que la tratase como una princesa.
En definitiva, encontró a otro a quién amar y que la amase
como lo hacíamos nosotras,
alguien en quien pensar y sonreír como una idiota.

Por el contrario, yo la amaba de forma diferente.

Yo no solo me enamoré de ella,
me enamoré de la textura y el sabor de sus besos,
y aunque bese otros, no serán lo mismo.
Me enamoré de la forma que su mano agarraba con fuerza la mía,
y aunque coja otras, no será lo mismo.
Me enamoré de sus abrazos, y de como su olor jugaba conmigo,
y aunque abrace a otras, el colocón no será el mismo.
Me enamoré de la postura en la que dormíamos,
y aunque duerma con otras, no serán tus dimensiones exactas.
Me enamoré de el sabor de su pelo por las noches,
y aunque otro pelo se me meta en la boca, sigue sin ser lo mismo.
Me enamoré de su sonrisa, el brillo de sus ojos y sus carcajadas,
y aunque provoque todo eso en otra, no será lo mismo.
Me enamoré del olor que dejaba en mi cama cuando dormía allí,
y aunque otras chicas lo hagan, seguirá sin ser lo mismo.
Me enamoré de lo requisitos para tratarla como una princesa,
y aunque trataré así a otras, mi libro de historia seguirá teniendo elogios para ella.
En definitiva, es probable que encuentre a otra a quien amar,
pero no como lo hacíamos nosotras,
porque era única, y yo me enamoré de lo único, de lo irrepetible.
Yo no solo me enamoré de la estrella, no, no, impensable,
yo me enamoré de la estrella y de la cola de brillo que dejaba.

Me dicen que cambie de droga, pero no entienden una cosa muy simple:
uno no se enamora del alcohol, la marihuana, o el café,
uno se enamora del efecto que deja en su cuerpo.

viernes, 5 de diciembre de 2014

"V" de Sonidos de Maquinaria Rota

A ratos pienso que la he olvidado,
mejor dicho, intento hacerme creer que lo he hecho,
pero el reguero de sangre de las heridas
bien sabe que es más bien lo contrario.

Los sueños que deposité entre las plumas de mi almohada
se encargan de filtrarse por el tejido de la funda
y me despierto en un charco de sangre,
que mi corazón es casi incapaz de bombear,
porque los muy ruines
se dedican a quitar las costras que intenta poner mi mente.

Y entonces, mi cama, me cuenta historias de como, una vez,
hubo alguien ahí a la que me tenía que aferrar
para no caerme de ella,
mientras escuchaba un latido y una respiración ajena
y un dulce aroma familiar llenaba el cuarto,
aroma al que cogí una severa adicción.

Con todo eso paso incontables horas de la noche
apretando mis rodillas contra mi pecho
intentando llenar una cavidad que llega hasta los dedos
donde antes, hace algún tiempo,
yacía otro ser, o más bien la mitad de mi ser,
y encajaba perfectamente entre mis brazos.

Al final, tras horas de dar vueltas en la cama,
consigo dormir, malamente, unas pocas horas que quedan,
no sin antes haber escuchado a las paredes
contarme historias de la chica que hubo una vez,
y me preguntan cuándo iban a volver a verla,
a lo que contesto, entre lágrimas, que nunca más.